A principios de este mes de junio (que ya termina), el artista orureño Jean Carlo Sandi presentó una muestra retrospectiva de su obra en Cochabamba, ciudad donde tiene un atelier ubicado en la calle Gualberto Villarroel esq. Pasaje Ustariz. Esta retrospectiva tuvo como curadora a la artista visual Verónica Weise, quien escribió un artículo que reproducimos a continuación.
Por Verónica Weise (*)
Desde su incipiente inicio en la Escuela de Bellas Artes de La Paz, hacía un arte de contenido con una maestría técnica adquirida a través de un extenso y arduo proceso de indagación y experimentación. Sus últimas obras, que oscilan entre el expresionismo y la abstracción, poseen ya la concreción de un lenguaje personal y una temática que lo caracterizan como un artista maduro.
1999
La escuelita de Bellas Artes de La Paz, con todas sus limitaciones es para Sandi el punto de inicio de una aventura exuberante, absolutamente personal y autónoma, como él mismo se define: «Autodidacta». Sandi es un hombre libre en todo el sentido de la palabra, un artista que no se detiene ante ningún obstáculo ni preconcepto, y en ese sentido, honra el principio más sustancial del arte. Sin libertad no hay descubrimiento, indagación, apropiación, deconstrucción; sin libertad no existe la posibilidad del arte. Les invito a que recorran su obra con ese espíritu y se permitan dejar llevar.
2000-2010
En esta veloz retrospectiva tenemos el privilegio de apropiarnos, a primera vista, de un proceso de aprendizaje de muchos años de trabajo incisivo y determinado que implica una inmersión en diversidad de técnicas y estilos: entre otros, grabado, monotipia, óleo, acrílico, acuarela, pastel, grafito…. Naturalismo, paisaje, figuración, abstracción, sintetismo, expresionismo. Resulta anecdótico mencionar la serie de seudónimos que él mismo utiliza buscando una identidad.
Altiplano, ocres y horizontes infinitos, gente curtida, sobria, perseverante, afectuosa y sencilla. La tierra de la infancia de Sandi, la que él amaba cuando su mamá cocinaba pan de leche en un horno de barro… Un altiplano cálido, amable. En busca de la luz que nace de las sombras, procura desentrañar los secretos del maestro Rembrant en su «Ronda Nocturna», y al cabo la luz emerge, pero más bien del interior, del recuerdo de su infancia feliz. Pinceladas precisas, tecnología, con un marcado expresionismo y una abstracción casi radiográfica manifiesta este sentir tan profundo de identidad y pertenencia.
Haití, creolé, indigencia institucionalizada. Sandi vivió allí y fue, y sigue siendo, un buscador, un testigo con gran sensibilidad social, capaz de transportarnos a ese momento fugaz, ese instante furtivo de la vida cotidiana de las mujeres sin trascendencia: las prostitutas, las que acarrean agua… Las mismas que los impresionistas retrataban en los barrios bajos de París del siglo XIX en busca de la luz. Desde una mirada impresionista semi-abstracta, la luz del mediodía acentúa el vibrante y tórrido colorido, en el escenario urbano del siglo XXI, que sin embargo, en esencia, sigue siendo el mismo: El de la miseria.
Sandi nació en Oruro, tierra del Carnaval, donde se encuentran los waca tocoris, los diablos, los morenos, los ángeles y arcángeles, para ofrecer sus votos a la Virgen del Socavón. Si bien dejó Bolivia de muy joven, para vivir en otros países del mundo, nunca dejó de sentirse orureño. Es en el Carnaval de Oruro, fanfarria, música, exceso, vida, vibración, tradición, donde Sandi se encuentra y reencuentra cada año con su «ser boliviano», en la fiesta orureña por excelencia, es donde se siente más arraigado, en su oscilante plenitud, este ciudadano del mundo vuelve a ser hijo de su tierra. Es por eso que en su obra el Carnaval de Oruro está siempre presente, es su «cable a tierra».
Si bien es un artista ecléctico en todo el sentido de la palabra, el expresionismo domina la obra actual de Sandi, un expresionismo que oscila entre la figuración y la abstracción, entre la reducción analítica compleja a la más básica expresión del gesto grotesco. Su más reciente obra es un homenaje a dos grandes figuras del expresionismo americano: Willem De Kooning y Jean Michelle Basquiat. Es el libre albedrío que lo caracteriza y lo identifica, en su obra en general, y especialmente en esta última etapa.
El arte urbano, la ciudad, la técnica del stencil, el aerosol, la tecnología, es parte constitutiva en su obra, aparece en sus escenarios socavando las tradiciones, a modo de deconstrucción desenfadada. Es esencialmente en la técnica donde lo urbano se manifiesta ante todo, pero también en el concepto de apropiación irreverente de imágenes que conviven unas con otras sin ningún pudor, reflejo de las ciudades del siglo XXI.
En esta etapa, Sandi se sumerge en una frenética producción. Ante circunstancias complejas y agobiantes de su vida personal, encuentra alivio y liberación. El cartón y los materiales de uso masivo viabilizan fluidamente la concreción de esta experiencia en cientos de obras diseminadas por la ciudad.
En esta serie Sandi se atreve a desmitificar lo más clásico de lo clásico y las obras que han marcado la Modernidad, y por consecuencia, la Posmodernidad: «La Muchacha de la Perla» de Jean Vermer; proporción, oficio, tradición, grisalla y veladuras. Las Señoritas de Avignon» de Pablo Ruiz Picasso; cubismo, desintegración de la figura, del tiempo y el espacio, la obra más revolucionaria de la Modernidad.
Finalmente, Sandi conquista, descubre, explora y experimenta la «conquista, descubrimiento, exploración y experimentación», que por definición y experiencia llamamos «arte». Como dijo un día André Breton refiriéndose al arte moderno: «La belleza será convulsiva o no será».
Si bien nosotros lo conocemos como una persona gentil y carismática, Sandi se reconoce como un hombre solitario… En esta morenada, ya sin el colorido exuberante, la fiesta y el exceso, en lo más íntimo, tenemos a un hombre simple, que tiene el coraje de mirarse a sí mismo a través de su arte y la libertad de permitirse, sin ningún desenfado, transitar por los maestros de todos los tiempos, aspirando a descubrir sus secretos.
(*) Verónica Weise es artista visual nacida en Cochabamba y maestra de artes.