“Miguel Lundin es un autor sui generis que se atreve a crear un género literario, que él mismo denomina lundinetas. Son una especie de cuentos cortos, con relatos muy objetivos y de acción permanente. No repara en adornos literarios ni en repertorio poético, alude a personajes muy definidos y generalmente psicópatas. La violencia de su prosa es irónica y se confunde con la broma en pasajes confusos. Sus argumentos son descabellados y originales”.
Así define el Premio Nacional de Literatura Santa Cruz 2011, Ronald Rodríguez Gonzales, al autor cruceño Miguel Lundin Peredo, quien este 5 de mayo cumplió 34 años y hace algo de nueve meses convirtió a Cochabamba en su residencia, luego de vivir mucho tiempo en Suecia.
“Las lundinetas –describe Ronald– son cuentos en formato de noveleta, historias con capítulos cortos que crean eventos de acción permanente y tienen desenlaces extravagantes, desarrolla sus ideas con rapidez, produce ejecutivamente, no revolotea el estilo ni el preciosismo. Creo que su lectura es ávida para los jóvenes impacientes y adictos a la adrenalina. Sin embargo, la propuesta creativa denota una capacidad de continuar procesos de innovación muy necesarios para el escenario boliviano”.
En el sitio www.lulu.com hay una página donde se pueden comprar varias del casi centenar de obras que ha publicado este escritor cruceño, entre ellas: Chiquen Khuchi, El espíritu de Kebnekaise, Alarma de celular, Te inventé en mis labios para nombrarte, Lundinoerótica, Erótico cochabambino, Cuchillos de Whitechapel, Llajta XX, Mandela me escribía los poemas (letras para canciones) y Biberón con sangre.
“Lundin escribe fantasía y ficción, con elementos policiales y retorcidos personajes criminales, a ratos coquetea con el cyberpunk. Llama la atención su propuesta agresiva y sus alocados personajes”. Para Ronald Rodríguez, Miguel Lundin “es un hombre creativo y que tiene cultura, ha leído bastante, investiga fenómenos y conoce mucho la vieja Europa. Creo que recién en Bolivia ha podido explotar su creatividad y publicar sin reparos sus trabajos. De todas las lundinetas que he leído –cuenta Rodríguez–, la que más me divirtió fue ‘Muertos de Boquerón’. En orden de preferencia están: Brother chaqui 98, Cuchillos de Whitechapel, Supay records, Cara de Payaso, Bood Cheers”.
La siguiente es una reciente entrevista que Plaza Catorce ha logrado con Miguel Lundin Peredo.
Hasta el año pasado usted vivía en Suecia, ¿qué le motivó a volver por Bolivia y quedarse en Cochabamba específicamente?
Sinceramente me marché de mi amada Bolivia en mi adolescencia. Aunque siempre tenía intenciones de regresar nunca lo hice porque esas intenciones se quedaron en planes frustrados. Vivir mucho tiempo en una cultura nórdica, donde la vida social –si la tienes– es como encontrar una pizza y una botella de Coca Colla en el desierto, me dio una idea un poco errónea de los sentimientos humanos. Así fue que, debo decir con orgullo de hombre enamorado, el principal motivo de mi regreso fue el amor que encontré en una muy talentosa escritora cochabambina llamada Vanessa Giacoman, que viene a ser para mí la mujer que siempre he soñado tener como esposa.
El amor que nació en mi fue tan grande que en agosto del 2016 decidí iniciar la travesía aérea desde aeropuertos internacionales sólo para poder tener la dicha humana de besar sus hermosos labios que han arrancado la piel de mis músculos, llevándome a las nubes sin ser polvo de estrellas en los ojos de los astros. Gracias a ella he logrado volver a creer en el amor verdadero. Debo confesar que tengo malas experiencias en esa necesidad emocional del alma humana, pero todo eso no importa porque todos tenemos errores pasados, estoy consciente que mi esposa también los ha tenido antes de conocerme porque es un camino inevitable en el aprendizaje humano, pero eso es irrelevante porque Vanessa –con su alma ingenua– me ha motivado a abandonar mis confusas creencias sentimentales y así me ha ayudado a cambiar de opinión sobre el arte de amar, impulsado por su sinceridad y ternura de mujer me he visto inesperadamente en un tornado de hechos que han logrado dejar la semilla frágil de un árbol bonsái en mis arterias cardiacas, un bonsái giacomanesco que ha crecido para evolucionar como predicaba ese brillante demente que fue Charles Darwin, en una gran maravilla espiritual que ha dado un eterno éxtasis a cada uno de mis rebeldes neurotransmisores con un proceso lento y hermoso como el parto de una crisálida, para convertirse en el Ygdrasil de mis necesidades corporales y románticas, donde he logrado confrontarme a mí mismo ante el espejo de mis imperfecciones para recuperar el cordón umbilical que me tenía unido a el amor paternal de Dios en el pasado y que se había cortado con las tijeras siempre traicioneras de este mundo decadente pero hermoso.
¿Cuál son los títulos de sus nuevas producciones literarias?
Ahora he terminado de escribir y publicado una novela infantil titulada «Chicken Khuchi». Esta fábula es una historia original con mucho contenido social y filosófico que demostrará a los niños que la discriminación, el racismo y la ambición son el veneno de la sociedad, a través de la historia de una ratita valiente que hace hasta lo imposible para salvar la vida de su mejor amigo; un pollo llamado Plumita Feroz.
El otro día conversamos sobre el estilo literario que usted creó. ¿Puede mencionarnos cuáles son sus características?
He creado varios géneros literarios, entre ellos los más destacados serían lo que yo llamo como Thanatopoesía, que es un género poético dedicado a hablar de la muerte y sus defectos cósmicos en el polvo de nuestra carne. Lo que yo llamo como Realismo Lundico es un estilo de escritura donde se fusionan los mundos sobrenaturales de la fantasía con la realidad peligrosa de las calles de nuestro mundo. La gran parte de mi producción literaria está clasificada como un gran exponente de este género literario.
El anterior día te comentaba de las llamadas Lundinetas, que son mini-novelas donde cada capítulo tiene una extensión de una página. Son en realidad una amalgama de la brevedad del cuento corto con la estructura compleja de una novela tradicional.
Siempre lo he dicho, y lo seguiré diciendo mientras respire oxígeno puro en este mundo, el principal motivo que me motivó a crear las llamadas Lundinetas fue que una noche revisando mi cuaderno Moleskine, donde anotaba los futuros argumentos de mis próximos libros, me di cuenta que tendría que encontrar el secreto de la inmortalidad si estaba dispuesto a escribir todas esas ideas, así fue que medité y me di cuenta que muchos escritores mueren sin escribir todas las ideas que vienen a su mente simplemente porque dedican su valioso tiempo prestado a escribir libros de hasta 800 páginas. Tal vez muchos creen que la cantidad de páginas asegura la calidad de una novela, yo creo que no es necesario porque hay libros breves que pueden decir mucho más que un libro que parece una enciclopedia medieval con solo una frase que puede impresionar hasta el cerebro analítico de Confucio.
¿En qué nuevos trabajos literarios está enfrascado?
Ahora estoy por comenzar a escribir un libro que he titulado «La letra M en la palma de la mano», es una novelita sobre quiromancia, es una historia policiaca. Trata sobre una joven mujer de 35 años, nacida en Tarata, que es cadete de la Escuela Básica Policial de Cochabamba y que tiene una madre que se dedica a leer el futuro en las manos usando el arte místico de la quiromancia. Una persona ligada al pasado sentimental de su madre comete una serie de crímenes rituales; asesinatos que son justificados en el perfil psicológico del criminal por el odio que éste siente a la mujer quiromance. Su venganza sangrienta está motivada por el asco moral que nace y se convierte en una enfermiza obsesión en su psique, cuando él descubre accidentalmente de que la hija de la mujer con la que tuvo sexo casual en una borrachera, es una chica que sueña con ser una policía honrada, una alma femenina que solo le pide a la vida tener la intuición necesaria para lograr solucionar cualquier tipo de robo u homicidio. Valores que el homicida considera mediocres en una mente humana.
¿Qué le pareció la feria de principios de abril organizada por la Cámara Departamental del Libro y en la que usted participó?
La ExpoLibro «Leer es viajar» me ha parecido una buena forma de difundir la literatura que se escribe y publica en Cochabamba y toda Bolivia. Sé necesitan más actividades culturales como estas en nuestra cultura. Tuve una buena venta de mis libros, agoté mi stock. Mi público lector está compuesto por adolescentes y los llamados Young Adults.
En general, ¿qué opinión tiene de la actividad literaria en Cochabamba?
Sinceramente desconocía lo que se hacía en Cochabamba porque nunca antes había caminado por sus calles como un habitante más de su impredecible geografía donde ha nacido la mujer de mi vida. Ahora que mis ojos han visto todo lo que se hace en esta ciudad debo decir que me ha fascinado ese impulso casi romántico de los escritores cochabambinos de compartir su arte escrito con sus lectores y lectoras. Hay muy buena literatura en Cochabamba y espero que mis colegas que viven aquí también me consideren un alma que se adapta a cualquier tradición o costumbre ajena a su mundo inicial. Creo que si me consideran como parte de la literatura cochabambina no me sentiría inferior por no pertenecer a otros grupos literarios bolivianos que ahora son más influyentes y promocionados en nuestra raza, y que como tú sabes se dividen y se juzgan narrativamente por la ciudad donde vives. Yo tomaría el privilegio de ser parte de la historia literaria de Cochabamba como una escalera al elíxir de la buena suerte, porque solo los poetas con ojos nobles y fieles como los de un dragón de Komodo domesticado saben que uno pertenece al lugar donde reside, aunque tu nacimiento hubiese sido en el Himalaya y tu DNA pertenezca a un clan merovingio.