Presenta nuevo libro

Christian Jiménez Kanahuaty

“Bolivia. El campo académico, cultural y artístico (2003-2016)”

Este no es un texto acabado. No pretende serlo. Su intención es más bien pictórica. Construir un retrato del campo que han construido poco a poco unas secuelas políticas, económicas y culturales, que incluso hoy siguen haciendo que algunos intelectuales, artistas y políticos cierren los ojos frente a su realidad; o mejor dicho, frente a la realidad que ha cambiado para, como siempre, seguir siendo la misma y es que en Bolivia la eternidad no dura un instante.

La eternidad es tan dura como los Monolitos de Tiawanaku, tan sólida como los edificios donde han muertos dirigentes políticos del Partido Comunista de Bolivia (PCB) en los ochenta, tan sin fisuras como las huellas que nos intentan llevar a los restos de Marcelo Quiroga Santa Cruz. El asunto de la memoria en Bolivia no es un asunto de Estado, es una cuestión de olvido. De lo políticamente correcto que sólo aparece cuando la fecha de la conmemoración amerita discursos redactados al calor de las salas de prensa. Discursos que en boca de políticos, parecen ser más alarmas reaccionarias en procura de detener la evocación que de afirmar un compromiso con las víctimas de la matanza de octubre de 2003.

Quisiera solamente detenerme en algunos aspectos que me parecen fundamentales de las secuelas de aquel octubre de 2003 que marcó un punto de quiebre tanto en un nivel institucional acerca de la fisonomía del Estado, como en el terreno de la cultura y las formaciones de imaginarios y estereotipos sociales con los cuales se dejó de pensar la nación, para pensar la plurinacionalidad. Y que además de ello posibilitó la escalada en la protesta social que derivó en el derrocamiento del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

Y es a partir de la mirada de ese momento en particular o mejor dicho desde la mirada de ese momento, trataré de leer la historia reciente de Bolivia centrándome en los campos musicales, intelectuales y literarios que se produjeron y cristalizaron luego del 2003. En ese sentido de alguna manera trataré la historia como una narrativa más, y trazaré una interpretación desde la noción de “contrapunto” que Edward Said planteó en el libro Cultura e imperialismo; para él el contrapunto era la capacidad de resignificar y transformar un acorde o un discurso desde el momento de su ejecución hacia el pasado, para reinterpretarlo; pero también el contrapunto ejercía fuerza hacia adelante, para de ese modo abrir nuevas rutas, temas y tonalidad, que en otras materias no tan lejanas a la música (recordarán que la noción de contrapunto Said la extrae de su análisis de la ópera Aida de Verdi), como la literatura, las ciencias sociales, el cine y la política, nos podrían explicar mejor la Bolivia de hoy.

En ese sentido, el presente trabajo sólo deberá ser entendido como un mapeo general que estará a la espera de que futuras y nuevas interpretaciones y reflexiones ahonden en las líneas problemáticas que explora y propone.

Sin más entonces, abordemos, para aclarar algunos puntos esenciales una breve historia del proceso que vivió Bolivia hacia 2003.

(*) El texto que aquí parece es el Preámbulo del libro que Christian Jiménez Kanahuaty lanzó recientemente y que se presentó este jueves 6 de abril en la ciudad de La Paz.


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