Por Claudia Gonzales Yaksic
“Yo creo que no se puede convencer a nadie para que haga teatro, el teatro es algo que te llama, y cuando respondes a ese llamado… No hay vuelta atrás (risas). Por lo menos así fue para mí. Querer hacer teatro o cualquier otro arte, responde a la necesidad de encontrarse con uno, a la necesidad de expresar las inconformidades y a la necesidad de tener algo de libertad”, dice la actriz, directora de teatro y dramaturga Claudia Eid Asbun, cuando responde a la pregunta ¿Cómo convencerías a alguien interesado en el teatro para estudiar teatro?
En una entrevista virtual con Plaza Catorce, a propósito del taller de actuación “El espacio de la impro”, que impartirá del 30 de julio al 3 de agosto en Cochabamba, Claudia Eid asegura que enseñar teatro la refresca y, lo más importante, aprende mucho. “Pero además –dice—me gusta mucho cuando veo a alguien sorprenderse a sí mismo, jugar tan bien que la ficción deja de ser ficción para comenzar a suceder”.
Con poco más de dos décadas de trabajo profesional, primero como actriz, después como directora y luego como dramaturga, el gusto de Claudia por el teatro comenzó cuando estaba aún en la escuela. “Cuando tenía 12 o 13 años, en mi colegio, el Instituto Americano, había un festival de teatro, había que participar para aprobar Lenguaje, yo me lo tomaba muy en serio, ahí ya comencé a actuar y después a dirigir, renegaba tanto como ahora. Recuerdo además que me gustaba ir a Tra-la-la, mi mamá nos llevaba, y también era emocionante ver a Peter Travesí recoger a sus hijos de mi colegio, lo veía casi todos los días a la salida y le gritaba: ¡Charanguito!”, recuerda.
Años después, en 1996 específicamente, comenzó su carrera teatral bajo la dirección de Hugo Francisquini y después trabajó varios años junto a Diego Aramburo. En su faceta de directora y dramaturga, el año 2005 creó el grupo independiente El Masticadero y a partir de entonces ha escrito varias obras muy buenas, como “Desaparecidos” y “Princesas”.
Sus textos han sido publicados en Bolivia (Quipus: nudos para una Dramaturgia Boliviana/ Antología del Teatro boliviano), en España (Hojas Volantes), en Argentina (Antología del drama latinoamericano), Cuba (Antología de Dramaturgia Boliviana) y en Río de Janeiro (Brasil) dentro del proyecto Periférico, el mismo que financió la puesta en escena de “Desaparecidos”, en dicho país. Sus obras junto a El Masticadero han estado en festivales nacionales e internacionales: en La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y Sucre; y en ciudades de Argentina, Chile y Brasil.
Del 30 de julio al 3 de agosto próximos, Claudia Eid impartirá el taller de actuación “El espacio de la impro”, que está dirigido a hombres y mujeres mayores de 18 años, con o sin experiencia en actuación. En este taller hará una aproximación al conocimiento de “las herramientas del actor\actriz, la comprensión de la situación, las formas para abordar el texto dramático y los juegos de improvisación dentro de la escena”. Las inscripciones están abiertas hasta el 25 de julio, “ya que los participantes deben llegar con un texto breve aprendido, que será designado por la tallerista”. Para más información contactarse a través del correo electrónico elmasticadero@gmail.com o en el link https://www.facebook.com/ElMasticadero/.
Aquí la pequeña entrevista de Plaza Catorce con Claudia Eid:
El mismo tiempo que llevas actuando (o similar), te has dedicado también a la enseñanza. ¿Qué dices de tus alumnos primeros, dónde están, qué están haciendo?
Sí, llevo bastante tiempo enseñando, pues hay artistas como Jorge Alaniz quien estuvo en el primer taller que di en la Casa de la Cultura y ahora tiene su propio grupo y escribe y dirige. Enseñé también durante muchos años en el Taller de Teatro de la UPB y trabajo con actrices muy talentosas que han tenido parte de su formación ahí, como Lía Michel y Daniela Gabela, que son parte de El Masticadero desde hace ya un buen tiempo. También he trabajado con actrices más jóvenes que estuvieron en dicho taller, como Anelise Garrett. Además di clases para el elenco del mARTadero cuando se estaba formando, y ahí conocí a Isabel Fraile, una actriz talentosa que también es parte de El Masticadero actualmente.
Ya tienes por lo menos dos décadas de tu vida dedicadas a la actuación y al teatro. ¿Qué es la actuación para ti y qué significa?
Sí, ya voy 22 años y comencé actuando en el teatro, después ya pasé a la dirección y dramaturgia. Pero la actuación se ha ido transformando para mí. Primero era un espacio mucho placer, quizás porque cuando uno es más joven tiene menos miedos, después se transformó en un espacio de pánico, ya no lo disfrutaba tanto y por eso prefería ya no actuar, pero ahora el placer ha vuelto, las ventajas de la edad avanzada (ríe). Ahora la actuación además de ser un espacio de placer es, igual que la dramaturgia o la dirección, un lugar desde donde puedo cuestionarme.
La pregunta de rigor: ¿Qué de positivo aporta para ti el teatro a la sociedad?
Esa pregunta me da muchas vueltas, porque siempre se les demanda «utilidad» a las artes. A veces pienso que realmente las artes no tienen ni deben tener utilidad. Sólo sé que se me hace imprescindible que exista la novela ‘Pedro Páramo’, que haya existido Bertolt Brecht con todas sus contradicciones, que Leonard Cohen haya cantado ‘Dance me to the end of love’, que Sergio Blanco haya escrito ‘Tebas Land’, que Tomaz Pandur haya puesto a una mujer a interpretar ‘Hamlet’, que existan una Romina Paula, una Lola Arias, etcétera, etcétera, etcétera.
En estas dos décadas, ¿cómo has visto la evolución del teatro cochabambino?
Creo que el teatro en Cochabamba siempre está entre idas y vueltas. Sin duda nuestro punto flaco es la calidad y sin duda parte del lento desarrollo tiene que ver con que los teatreros cochabambinos se preocupan más por las rencillas que por el trabajo, es así que no logramos organizarnos como gremio para conseguir más espacios, más formación, un trato justo con nuestra profesión, la implementación de políticas culturales que amparen nuestra actividad, etcétera, etcétera, etcétera.