Por Cecilia Romero (*)
El “monstruo” devoró a Jani Dueñas, en el mentado festival le dan un puntaje mínimo a C’hila Jatun, por cierto, no veo la utilidad de presentarse como país a un festival donde siempre los resultados son magros. Mucho tiempo atrás hacen lloran a Xuxa gritándole obscenidades y la lista es larga de cómicos o músicos pifiados. El famoso monstruo, literalmente una pared de público que asiste a esta celebración, es una junta de veraneantes ávidos de diversión en el ocaso del verano. Un festival donde muy pocas veces se invitan a bandas o músicos de calidad, aclarando que eso depende de cada gusto, pero donde sí se ovacionan los productos edulcorados de la industria musical.
El festival es el de Viña del Mar con su dudoso gusto del cual el chileno de seguro se enorgullece pero que otros miramos con indiferencia y muchas veces espanto, uno que es muy publicitado al mundo como el gran encuentro con la música bajo un verano, que por cierto este año, tuvo una insoportable ola de calor. En esta versión amé con furia a Jani Dueñas, una notable chilena representante del Stand-up, famosa en el mundo por su humor ácido, su postura claramente feminista, su incorrección en un mundo que en el fondo detesta a las jodidas, vale decir a las mujeres que no temen interpelar un sistema de asimetrías escandalosas. Es digno de encomiar su valentía el 26 de febrero, cuando el monstruo la pifiaba sin piedad y ella firme deambuló por temas como el feminismo, el aborto ni más ni menos, cómo es ser viejo en el Chile de hoy, la no maternidad y una de sus consecuencias: lo delicioso que es elegir dormir bien, los niños, y otros temas que enfadaron al inconmovible monstruo playero.
Se preguntaba el buen Pedro Lemebel: “¿Pero qué es el monstruo, qué es esa congregación de gente que más que las votaciones políticas levanta o destroza artistas según su estado de ánimo, según la propaganda de promoción que le arma el tráfico de la tele, las revistas de la tele, las copuchas de la tele, y toda esa faramalla mentirosa que cree manejar la opinión pública del país? Pero nada es tan simple, porque el público festivalero sabe que en cualquier momento del espectáculo puede ejercer su incontrolable desenfado”.
Cierto, el famoso monstruo no es más que una masa que al estilo del circo romano ensalza o destruye a gusto a quienes se suben al ruedo para recibir las famosas gaviotitas, emblemas dorados del triunfo performático de cada quien, o destruyen sin más a quien ose interpelar sus gustillos del verano. Debe ser realmente intimidante que miles de personas te griten que te vayas a tu casa o que te pifien sin pausa y aun así decidas seguir con tu presentación, así como lo hizo Dueñas, vale decir una de las mejores que he visto en años en este insoportable festival. Y qué decir de nuestros grupos bolivianos que se presentan al concurso folclórico que siempre acaba con resultados decepcionantes, si es que no reciben además como yapa el abucheo de la platea.
En esta sociedad del espectáculo, donde la masa ejerce su poder en espacios de real intrascendencia como el festival viñamarino, el día 26 ha sido una verdadera lección para el mundo, una mujer que hace Stand-up ha incomodado a los veraneantes con un humor negro, altamente interpelador y pese al horrible final de su presentación, ha sido por demás lo mejor del empalagoso megaevento de la música. Buen trabajo Dueñas, al final le preguntaste al monstruo ¿qué les dieron? Y eso mismo me pregunto yo.
(*) La autora es escritora.