Sikuris de Taypi Ayca–Italaque: Música y ritual ceremonial

Por Boris Bernal Mansilla y Nemesio Huanacu Calamani

El Ser Humano andino nace, vive y muere en el esplendor de sus deidades tutelares (Achachilas, Wak’as y Apus). En ese sentido los Sikuris de Taypi Ayca–Italaque ocupan un lugar y rol fundamental en todo ritual de agradecimiento y pedido en la época seca del ciclo agrícola –coca, alcohol, ofrendas y Sikuris se complementan como un todo sagrado en el mundo andino–.

“La coca y la chicha eran privilegios estamentales o de uso ceremoniales en ciertas ocasiones festivas (rituales agrarios y funerarios), podemos seguir la interpretación consistente en oponer la concepción prehispánica de la embriaguez vista como estado sagrado comunicación con la deidad a la mera intoxicación profana y patológica de un alcoholismo colonial.

Como en el consumo colectivo de cualquier producto estimulante, el acto de tomar bebidas fermentadas (a base de maíz generalmente: azua en quechua, kusa en aymara; más conocida bajo el término taino de chicha) permitía reafirmar la cohesión grupal tanto en la relación con los dioses como entre los participantes”.

La hoja de coca (Inalmama) está presente en todo el orden de la vida, y está relacionado al cosmos, la coca  es una deidad en sí misma ya que todo es relacionado a la Pacha y en consecuencia al mismo Jaqui (Hombre/Mujer).

En la comunidad Taypi Ayca–Italaque, nos dicen: “La hoja de coca apaga la rabia, calma el dolor de estómago y el hambre, mitiga las heridas; quita las penas y el sufrimiento; nos da valor en el trabajo y sobre todo es un vínculo con las personas, los pueblos y las comunidades”. La coquita está presente en la siembra, barbecho, regado, aporque, cosecha, cuidado de los animales, artesanía, en la construcción, en las reuniones y las fiestas.

Es así que la hoja de coca tiene un lugar especial para los Sikuris de Taypi Ayca–Italaque, y tener la chuspa en los varones y el tari en las mujeres con hojas de coca, cigarro, llujta y alcohol  es fundamental antes de tocar y soplar el Siku.

LA HOJA DEL COCA EN LA HISTORIA  

La hoja de coca está presente desde tiempos milenarios en la cultura andina, así lo demuestran todos los estudios realizados hasta la actualidad, esto se evidencia en las cerámicas de Tiwanaku que representan rostros con  protuberancia en la mejilla que datan de hace 4.500 años.

En la época incaica la coca era adorada como una deidad, hija de la Pachamama (Madre Tierra). Pero su uso principal era como ofrenda al Sol, a la Pachamama y a otras deidades, o las huacas, apachetas es decir a lugares sagrados.

Por otro lado, durante el Imperio Inca, la coca fue objeto de uso político, al ser una parte importante en la reciprocidad y ofrendas al inca. Se obsequiaba a los representantes de los grupos recientemente incorporados al imperio. En este sentido, la producción fue sometida a un control estatal (directo, o indirecto, mediante la construcción de cocales destinados al inca), su consumo era exclusivo por parte de la élite política, religiosa y militar incaica.

Cuando los españoles llegaron a estas tierras: “Las primeras reacciones europeas ante el consumo de coca no fueron muy proclives al mismo: ya vimos que a Américo Vespucio le parecía costumbre propia de animales; Hernando Colón lo consideró propio de bárbaros: no cesaban de meterse en la boca una hierba seca y mascarla; a veces tomaban también cierto polvo, que llevaban juntamente con la hierba seca, lo cual parece mucha barbarie. Vimos también cómo Fray Bartolomé de las Casas y otros reseñaban la repugnancia que su uso, al principio al menos, ocasionaba a los españoles”.

Posteriormente, para 1545 la hoja de coca toma un valor ya que su uso en la mita es fundamental, ya que con esto los indios podían soportar el hambre y las inclemencias. De esa forma se convierte en un excelente negocio para algunos criollos y mestizos.

Con la instauración de la República esto no cambia ya que son los mismos criollos y mestizo en calidad de hacendados los que exigen a los indígenas a trabajar gratuitamente las tierras del “patrón”, y el pongueaje, que era una forma grotesca de servidumbre obligada. Con ese nuevo giro dentro de la secuencia de la explotación del indígena, la producción de la hoja coca se vio notoriamente favorecida, en Coripata ya que es la zona de los yungas donde la coca tiene la mejor hoja por excelencia y es tradición milenaria (cabe remarcar que la comunidad de Taypi Ayca contaba con tierras en los yungas paceños), por eso genera una red de relaciones comerciales de los magnates mineros con los hacendados yungueños en la época republicana. Para 1922 el magnate José María Gamarra logra monopolizar la producción y comercio de coca, razón por la cual se le da el título de “El rey de la coca”. Desde las épocas de los 70’ y 80’ de siglo pasado, un crecimiento en la producción de coca en el Chapare, la fabricación de cocaína y el incremento del narcotráfico, marcan el rumbo de la Hoja Sagrada siendo estigmatiza, atacada y erradicada.

Con la promulgación de la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, en febrero de 2009, se constitucionaliza y protege a la hoja de coca ancestral a través del Artículo 384, que establece que “El Estado protege a la coca originaria y ancestral como patrimonio cultural, recurso natural renovable de la biodiversidad de Bolivia, y como factor de cohesión social; en su estado natural no es estupefaciente. La revalorización, producción, comercialización e industrialización se regirá mediante la ley”.

LA RITUALIDAD DE SACAR K’INTU EN EL TERRITORIO DE LOS SIKURIS

Pedir permiso (sacar K’intu) de sus deidades (uywiris, maranis, ispallas) es para los comunarios de Taypi Ayca–Italaque un acto fundamental para realizar cualquier actividad importante y éste consiste en: Dos personas (las mayores, guías o autoridades), abren los T’aris y una vez abiertos éstos piden permiso a los  Achachilas, Condor Mamani y Marani para que les vaya bien en el evento que tocarán y todo esté en armonía y felicidad. Luego se coloca dos kerus (vasos) o jarros, el del lado derecho es para Uywiri y el lado izquierdo es para Marani y Apus. Éstos con alcohol, vino o chicha. Todos lo presentes siempre empezando del lado derecho tienen que colocar dos pares de coca (k’intu) en los recipientes con dirección al lado del sol. Las hojas de coca dedicadas para:

– La Pachamama (Madre Tierra) dos pares (4 hojitas de coca)

– Cóndor Mamani (casa y hogar) dos pares (4 hojitas de coca)

– Al Siku (Choquemama) dos pares (4 hojitas de coca)

Una vez que todos hayan colocado su hojas de coca en los kerus, son entregados al dueño de casa, Mayura o guía de Sikuris, para que lance el contenido de este al aire “Chue al Condor Mamani y a los Maranis”, al final de realizar este acto comenta a las presentes que los Achachilas agradecieron.

Este ritual se repite con la autoridad mujer, quien coloca dos kerus o jarros, el del lado derecho es para la Pachamama y el lado izquierdo es para las Ispallas. Los vasos primero, el del lado derecho a la Pachamama y luego el de la mano izquierda a las Ispallas del sembradío y la tierra.

Luego de todo esto, se prepara una mesa o platito con cebo de llama (llampu). De igual forma que el ritual anterior, cada persona coloca dos pares de hojas de coca que se envuelve con lanita de llama, para entregarlo después al fuego.

Una vez terminado el ritual, los presentes comparten las hojas coca entregándose pares de coca que empieza con la autoridad y gira hacia su mano derecha de igual forma debe gira la bebida (chicha o alcohol). Una vez terminado el akullico, las autoridades deben recoger los T’aris  agradeciendo a las deidades y entregando a la autoridad “mayura” los T’aris.

COCA Y ALCOHOL PARA EL SIKU Y EL BOMBO

Luego de toda la ceremonia del k’intu, se pasa la akullico y éste consiste en:

De inicio dar las primeras hojas de coca (K’intu) al Siku y al bombo chuando con alcohol. Así también se challa los bastones mando de las autoridades. Así se procede con el K’intu empezando de la autoridad, quien da dos pares de coca al dueño de casa y luego se empieza a girar al lado derecho invitado k’intus de coca (dos pares) a todos los presentes. El mismo protocolo realizan las mujeres. A esto se acompaña con bebida, ya sea chicha o alcohol.

Cabe remarcar y concluir que en el ancestro de las culturas indígena originarias campesinas de los Andes, el consumo de alcohol era de carácter sagrado, limitándose su consumo a épocas y momentos especiales. Siendo sancionado categóricamente el ser borracho o adicto al alcohol.


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