Miguel Ulises Jiménez (*)
El pasado miércoles primero de noviembre tuve la suerte de asistir al concierto del Trío Apolo en el Teatro Achá de Cochabamba, trío que, rodeado de un prestigioso panel de artistas invitados, estaba celebrando el diecinueveavo aniversario de su creación.
Cuando pienso en el aporte del Trío Apolo a la cultura musical boliviana, varias cosas me vienen a la mente. Primero su nombre, “Apolo” y las primeras misiones a la Luna, nos recuerda a todos que ningún país logra realmente un lugar en la historia de la humanidad sin un significativo aporte en el campo de las ciencias y de las artes. También viene a mi memoria el primer concierto (al cual asistí) en la Casa de la Cultura del joven y prometedor pianista Emilio Aliss –en la época de cuando él tenía unos 14 años de edad– orgullosamente presentado por su maestro, don Mario Estensoro.
El Trío Apolo, fundado por el visionario Emilio Aliss, tiene a mi parecer el mérito principal de haber sido una de las primeras formaciones clásicas del país que osaron incluir música boliviana de concierto en sus presentaciones y grabaciones, no sólo limitándose a interpretar las pocas obras escritas existentes, sino sobre todo solicitando activamente partituras nuevas a cuanto compositor y/o arreglista nacional contemporáneo se les cruzara en el camino. Osadía, porque es bien sabido que abrir nuevos caminos no es optar por la facilidad, no solamente por tener que enfrentar a infaltables espíritus obtusos, sino sobre todo porque para incursionar en terrenos en los cuales poco o nada se conoce, hay que hacer gala de sincera humildad, pues especialmente para los músicos formados en conservatorio, es difícil admitir que no basta leer textualmente cualquier música para hacerla sonar bien. Habiendo seguido a este trío desde sus orígenes, después de su concierto esta semana, me dio mucho gusto constatar que el Trío Apolo está interpretando nuestros ritmos nativos cada vez con mayor propiedad.
El concierto fue también interesante por la diversidad y la calidad de los artistas invitados. Zulma Yugar, Estela Rivera, Dominique Iriarte y Carolina Maldonado deleitaron con su rica variedad de estilos, timbres y matices y los vientistas andinos Andrés Vargas y Carlos Alanes demostraron gran musicalidad y profesionalismo, interpretando quenas y zampoñas cromáticas en la obra del compositor José Antonio Navarro “El viento me está llamando”.
En cuanto a los grupos de danza presentes, aprecié particularmente la coreografía moderna sobre un ritmo de Cueca, propuesta por el coreógrafo Oscar Menchaca, director del grupo Estudio Cuerpos Libres.
¡Felicidades! Trío Apolo por sus diecinueve años de vida, sigan adelante por la senda que se trazaron. Ojalá que su ejemplo inspire a los músicos folcloristas bolivianos a retomar la música folclórica de concierto, hace demasiados años por ellos abandonada.
(*) El autor es músico compositor boliviano.